Nos deconectaron de todo cuanto somos, de nuestra auténtica verdad, de nuestro origen, de la Madre Tierra, de los ciclos naturales.
Nos desconectaron de la esencia del material con el que fuimos creados, el amor verdadero. Y nos alejaron, como en un sueño, del potencial con el que fuimos dotados como seres.
Nos hicieron renunciar al contacto con el mundo natural de nuestros ancestros y nos incitaron a vivir confinados en ciudades monstruosas para que no sintiéramos la tierra que nos acogió en este mundo, ni pudiéramos beber directamente el agua que Gaia nos regala, del viento limpio, de las estaciones.
Nos recluyeron entre cemento gris y nos negaron los amaneceres y los ocasos, las caricias ardientes del Sol y el fresco aliento de la Luna. Y a cambio, nos dieron las falsas luces de neón y las llamas ficticias de la luz de las farolas.
Si, nos deconectaron. Y lo seguirán haciendo velando la originalidad y diversidad de las culturas, y las expresiones ancestrales de los pueblos, en nombre de una globalización que nos roba la identidad hasta reducirnos a meros comparsas, de un guión perversamente urdido, con el único objetivo de neutralizarnos y adormecernos.
Pensamos que pensamos. Creemos que decidimos, e impregnados del lodo de estos barros cerramos los ojos y aceptamos que somos poca cosa y que ellos, los poderosos e ilustrados, cuidarán de nosotros y nos guiarán por nuestro bien hasta encerrarnos en un vallado del que no sabremos como salir.
Y da igual todo lo que hagamos hasta que no nos demos cuenta que, el presente y el futuro nos pertenece, y que lo creamos con lo que sentimos, con lo que soñamos y decretamos, con lo que decidimos creer, con la conciencia de hasta donde podemos llegar.
Y nos comportamos como niños que han olvidado reÃr y jugar, y también como supuestos adultos dentro de un juego macabro, del cual nuestro corazón y su sabidurÃa innata, no quieren participar.
Pero, ¿qué hacemos realmente por impedirlo?
¿Estamos dando todo lo que podemos?. ¿De verdad?
O tal vez, nos hemos acomodado perdidos entre supuestos regalos que los que nos gobiernan nos ofrecen como migajas que nunca sacian ni saciarán nuestra hambre de verdad, de amor y de libertad.
Observa el vendaval y la fiereza de la tormenta que despiertan entre nosotros.
¿Qué somos amada alma?…
¿En qué hemos quedado y qué nos resta por entregar a los oscuros?.
Aún no hemos ganado, como tampoco está todo perdido. Y depende de cada uno de nosotros, como guerreros de la luz, el construir nuestro destino o permitir que lo creen por nosotros, llevándonos a la deriva.
Y es esta consciencia del poder dormido que acumulamos, lo que nos puede salvar. Uno a uno… en una conquista interior que consiste simplemente en dejar de temer como niños, las amenazas de quienes vemos como superiores, ¡y no lo son!, ¡nunca lo fueron!, ¡como nunca lo serán!, aunque lo creimos.
El momento es ahora, mi guerrera y mi guerrero. No lo podemos dilatar más. O reaccionamos o nos someterán definitivamente. O nos empoderamos o claudicaremos. O nos hacemos cargo de nuestra responsabilidad personal con respecto al sentido de nuestras vidas o nos enterrarán en un sueño aún más profundo.
O nos rebelamos definitivamente, o nos van a masacrar…
Tu vida tiene un hondo sentido, y tu misión una gran responsabilidad.
Sé coherente, amada alma. Toma el rumbo de tu vida y decisiones, y verás que las llamas del campo de batalla se convertirán como por magia, en hermosas candelas, que iluminarán los nuevos dÃas, en la nueva tierra.
Cuento contigo. Te guardo listo en el combate postrero, para, hombro con hombro, corazón con corazón, y arropados alma con alma, ganar nuestro buen destino y alcanzar el amor y la libertad.
No queda demasiado tiempo amada alma… y hemos de despertar.
Nos programaron para temer, para sentiros menos de lo que somos, y ante el menor contratiempo rendirnos y dejar de creer.
Y en este tiempo fronterizo donde todo lo conocido se aboca a desaparecer, necesitamos más que nunca, de la esperanza y de la fé… del coraje que todos llevamos dentro, del impulso de crecer, sin importar las circunstancias, y sobretodo, precisamos de la templanza necesaria para transitar por este territorio proceloso que es la incertidumbre.
No existe el fracaso para quien entrega lo mejor de sÃ, y simplemente hemos de dejar de buscar por fuera, lo que ya llevamos dentro. Es luz inextingible que es la misma naturaleza de dios, prendida en nuestra alma.
Alúmbrate con ella y confÃa en el amor de quien sólo es eso; amor sin razón y sin medida.
ConfÃa en ti y, amada alma, no cuestiones la profunda reverencia que por ti, siente la vida.
Y yo, como siempre, te acompaño, te amo, te abrazo, te apoyo en tus sueños y camino a tu lado, en este y en cualquier mundo.
Y recuerda, que si asà te lo permites decidir… ¡si!… ¡tú ya lo tienes!.
AUTOR DESCONOCIDO